jueves, 2 de abril de 2009

EL ABORTO, CRIMEN O CASTIGO.

EL ABORTO, CRIMEN O CASTIGO.




El debate sobre el aborto, entre Sociedad e Iglesia Católica, acabará siendo tan tradicional como la Navidad o el Festival de Eurovisión. Los oyentes, sin embargo, echamos en falta y muy particularmente de parte de la Iglesia, un tratamiento con mayor altura conceptual y espiritual. En realidad la aportación de la Iglesia se limita a culpabilizar y obstaculizar, sin aportar fundamentos espirituales, que es a lo que basicamente debería dedicar la religión su esfuerzo.

Es sorprendente que la Iglesia Católica, dando tanta importancia a este tema, teniendo filósofos, teólogos y pensadores de altura, se presente a la discusión con argumentos casi infantiles que más mueven a la rebelión que no a la reflexión.
Curiosamente, se observan opiniones muy contrastadas entre el establishment religioso y el monje, el heremita o el misionero, muy alejados del pomposo mundo y sin embargo con criterios tan cercanos al hombre en su mundo y su circunstancia.

A éstos, con pensamiento pero sin voz, no les podemos oir y nos perdemos conceptos y elementos de reflexión que generen sinergias espirituales de valor y que permitan la toma de posturas individuales convencidas que nos faculten obrar en consecuencia, respetando la postura ajena. El gato montés nos aporta muy poco al espiritu.
Hoy, mayoritariamente, tenemos más elementos para el cultivo de nuestra parte material que de la espiritual y parece mentira que el establishment Vaticano no se perciba de este déficit y no haga mejores aportaciones a la innata espiritualidad humana, sacando provecho de estas personas, esparcidas por el mundo, dedicadas al pensamiento y al saber.





Por otro lado, también sorprende que no se mencione alto y fuerte la palabra Alma, el otro elemento, que al parecer llevamos imprescindiblemente todos los humanos, esencia y motivo básico de la existencia de casi todas las religiones y la cristiana esencialmente.

Será falta de tino y no de mala fe, la indistinción que se produce entre lo que es estrictamente vida y lo que es vida humana. Son valores distintos que hay que diferenciar bien. Hay vida en los vegetales, líquenes, anémonas y estrellas de mar. La vida humana, tambien vista desde el cristianismo, alberga ademas del componente biológico, el componente espiritual sustentado en el alma.

Los que han tenido el privilegio de asistir al nacimiento de sus hijos, han visto, en vivo, el milagro de la vida. El hijo, aun unido a la madre por el cordón umbilical, es un aparente muñeco de látex, de tonos amoratados, sin movimiento y sin apenas expresión. Solo a partir del momento en que se corta el cordón umbilical y toma el primer aliento roto en lloro, empieza el movimiento, la expresión y el color rosado de la vida. Ha nacido un ser humano.

Superado este emocionante momento llega la reflexión.- ¿Es en aquel preciso momento en el que se produce el auténtico milagro?. ¿Es con el primer aliento cuando el alma entra al cuerpo?. Es lo que acabamos de presenciar.

La madre en colaboración con el padre han creado lo que les es propio: el cuerpo, que debe ser considerado como un mero continente (tal como se nos recuerda cuando se nos habla de la muerte). Dios ha puesto en aquel primer aliento el alma, el contenido. Solo cuerpo y alma forman un ser humano. Moisés describe este mismo proceso en El Génesis: "...y alentó en su nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente." (Génesis 2.7).

Si creemos en la existencia del alma humana, lógico pensar que los nueve meses de gestación son eso, gestación del continente. Durante este período hay la vida biológica imprescindible para el desarrollo y crecimiento del continente, pero aun no vida humana. Se producen movimientos y funciones orgánicas similares a las humanas, es normal. El organismo debe estar preparado y en funcionamiento para que cuando junto con alma pase a ser un Ser humano.

En el caso de abortar, lo que se perdería sería el continente de una alma. En otras palabras, la posibilidad de un ser humano. La pérdida de una posibilidad de ninguna manera debe considerarse un crimen, probablemente pueda considerarse una lástima, pero en estas circunstancias cada uno lleva sus penas por las posibilidades perdidas y no aprovechadas, pero en ningún caso es un delito contra la Humanidad. Incluso a veces es al contrario, puesto que las oportunidades desaprovechadas por nosotros, son provecho para otros.

En el terreno de las posibilidades perdidas también podríamos incluir al celibato voluntario, que en sí implica la pérdida deliberada de todas las posibilidades de procreación y sin embargo más que crimen es considerado como virtud.
Algo muy distinto seria ver el aborto desde el punto de vista socio-etico-cultural. Si la sociedad entiende que no hay necesidad de que se pierdan oportunidades de vida humana, es una consideración de la conciencia social exquisita, correcta y respetable. Nada que ver con Dios, ni la religión.
Ahora bien, si una madre, por las circunstancias que sean, finalmente no desea el hijo que está engendrando, coherentemente esta sociedad debe dar una respuesta eficaz, a través de disposiciones protectoras de la mujer. Y si finalmente este hijo viene al mundo, razón de más para dar protección a ambos hasta donde sea necesario. Lo que no es de recibo es prohibir y penalizar el aborto, estigmatizar a la mujer y finalmente allá te las compongas con tu problema.

No se si los cristianos tibios entran en los cálculos de la Iglesia Católica, pero si así fuera, no estaría de más que pensara que la tibieza es fruto de la autoreflexión y que lo que precisan son argumentos convincentes y no el dictado de posturas inflexibles.

Rehabilitar a Savonarola, Giordano Bruno, Galileo y tantos otros, probablemente nos conforta a los vivos, pero dentro de 200 años, rehabilitar a quienes se condenó por abortar o se les impidió hacerlo, de poco les servirá.

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