domingo, 4 de octubre de 2009

ESPERANDO ¿QUÉ?

ESPERANDO ¿QUÉ?

Kjell Olsson, joven noruego anónimo, al que conocí en 1965 en Avignon, dentro de la Rencontre Internationale de la Jeunesse, en un grupo de discusión de los muchos que se hacían, yo me lamentaba de la triste situación que teníamos los jóvenes en España, para el desarrollo de cualquier iniciativa social y cultural bajo la bota franquista. Él me miró tras la gruesa concha de sus gafas (era la moda) y me dijo.- “Pues yo os envidio, porque lo tenéis todo por hacer. En mi país lo tenemos todo hecho, todo está organizado...” y siguió en consideraciones.

Aquella aseveración, como se ve, aun la recuerdo y en cierta manera ha ido acompañando mis iniciativas en la vida.

Hace unos días estaba oyendo -no escuchando- una tertulia entre un grupo de universitarios amigos de mis hijos. Unos, recién licenciados y otros terminando licenciaturas de diversas disciplinas, compartían a gritos y entusiásticamente que para su futuro lo mejor era ser funcionario. El debate únicamente se centraba en el cómo: estudios complementarios, oposiciones, ardides, enchufes, etc.

Kjell, de nuevo, pasó por mi cabeza y por un momento pensé “Ya debe estar todo hecho”.

Sin embargo, la tozuda actualidad de nuestras vidas parece decir otra cosa. Crisis, no es tan solo un recurso de los políticos para aniquilarse los unos a los otros y quedarse, sin saber qué hacer, totalmente bloqueados. Crisis, al margen de los problemas de los políticos, que poco tienen que ver con los nuestros (Zapatero asegura en la ONU que mucho más grave que la crisis, es el cambio climático), al margen, es una situación empresarial y social muy seria.

Quizás, de nuevo, tendré que llamar a Kjell para que nos recuerde que todo está por hacer y que quienes tienen que hacerlo somos nosotros, pasando de los políticos. Éstos, ya nos han demostrado de lo que son capaces: Nuestros hijos quieren ser funcionarios y los más locuaces aspiran a una profesión de gran presente: ser políticos o jurado de O.T.

De todas formas nada es extraño. Si por ejemplo analizamos superficialmente la televisión, ya vemos como ha ido evolucionando la cosa. Hace 30 años había series, que la gente llana veiamos, tipo Dallas, La Fundación (creo que se llamaba así), donde aprendí la palabra fidecomiso. De allí se puso de moda el nombre de Vanesa, así se llamaba la protagonista y así se llaman hoy un montón de treintañeras. Eran series sobre empresas, llena de intrigas de dudosa moralidad, pero era gente que al menos iba a trabajar. También había el pedagógico e inteligente Barrio Sésamo, el Ángel Casas o el Iñigo, que éstos sí que nos traían personajes de verdad, a los cuales casi podíamos tocar.

En estos últimos 15-20 años se han fabricado series de estudiantes que nunca los ves estudiando y sólo preocupados por éste con aquella y aquella por el otro. Interminables debates sobre la vida privada de personas absolutamente irrelevantes y desconocidas, sin más mérito que su sexo y subsiguiente uso. Delincuentes y policías, esto nunca falla, pero ahora usando engañosos métodos pseudo científicos. Yo, la verdad, prefería el método de los mamporros y la transgresión, tipo Clint Eastwood, Mike Hammmer y otros, al menos me descargaba con el gusto de verme a mi mismo liberando mi impotencia y rabia de ciudadano anónimo frente al establishment. Y por supuesto, el sufrido abuso agotador de los programas je je, ja ja!, completados con toscos concursos de cantantes, tan estúpidos que su éxito acaba siendo las impertinencias groseras, pretendidamente agudas, de unos presuntos jurados calificadores.

Del lado intelectual, interminables seriales sobre barrios, familias y gentes que ni piensan, ni les pasa nada de nada, el vivir por vivir, vacíos hasta producir eco. Puedes estar un año sin verlos y a la vuelta, todo sigue igual.

En fin, lo más relevante: Los Simpson y Tele Tienda, donde ves cuchillos de afiladísimas hojas, fregonas pura magia, rapidísimos corta verduras, guardadores de 6 jerseys, prácticamente en un puño y sin arrugarse, relajantes aparatos de gimnasia... ¡Todo un mundo para soñar! lleno de estímulos. Veo a mi esposa rendida a mis encantos, después de prepararle en un plis plas una riquísima ensalada de verduras (encima no engorda), todos mis jersey guardados ordenadamente en un mínimo espacio del ropero y sin arrugar. Todo ello, luciendo unas envidiables pastillas abdominales, ¡oh maravilla!, ganadas sin esfuerzo, en un rincón del cuarto de la plancha.

No conozco los motivos sociales por los que acabó el Imperio Romano, pero igual se parecía mucho a esto, pero sin tele.

Con este bagaje, iba a escribir cultural, pero lo dejaré simplemente en bagaje, es con lo que pensamos crear nuevas empresas de excelencia, fuente de nuestra prosperidad futura. Aquí me viene a la cabeza lo de saben aquel... que estaba a punto de caer a un profundísimo precipicio y clamando ayuda al vacío, voces celestiales le prometen que en su auxilio un ejército de Ángeles, Arcángeles, Tronos y Dominaciones irán en su ayuda. El pobre hombre aterrado y suplicante clama: Vale, vale. Pero... ¿hay alguien más?

No se de donde pueden salir los alguien más, pero debemos rearmarnos como sociedad civil y empezar. Sigue estando todo por hacer y no nos engañemos, el Gobierno no nos dará nada, porque nada produce, lo único que quiere de nosotros es dinero, se trata de su existencia y son muchos a repartir. Si queremos seguir existiendo, el precio es dárselo. No hay más. Hoy por hoy, usando medios pacíficos, es nuestra única fuerza. Más adelante, ya los echaremos al mar y acto seguido cuidaremos el medio ambiente.